“El amor es el arma de la victoria”. Ese es el lema con el que el pastor protestante Joao Bruno Putulukeso, de origen angoleño, trata de convencer a los ciudadanos de Finlandia de que voten por su partido. ¿El problema? Que dicho partido, “Verdaderos Finlandeses”, es una formación ultraderechista que tradicionalmente ha promovido el rechazo a la inmigración y la preservación de la pureza finlandesa.


Dado el perfil de su partido, ya son muchos los fineses que empiezan a referirse al religioso como “el Hitler negro”, una comparación a la que contribuye el bigote que luce Putulukeso, muy similar al del líder de la Alemania nazi. Pero su fichaje, de hecho, obedece a un intento de los Verdaderos Finlandeses de sacudirse la imagen de racismo, que ha ido en paralelo con su participación en un Gobierno de coalición (lo que obligó a su líder, Timo Soini, a expulsar a algunos de sus miembros más notoriamente extremistas). El partido fue la segunda fuerza política más votada en las elecciones de 2015, si bien su participación en el ejecutivo ha ido erosionando su popularidad.














